lunes, 6 de junio de 2011

Mensaje anónimo a la clase política española





Este es un mensaje anónimo para la clase política española:

Se lo advertimos, ¿creían que engañarían a todo el mundo, todo el tiempo? Parece que no han entendido nada. Sus continuos esfuerzos por acallar la libertad de expresión y la creciente ola de indignación contra su sistema corrupto resultan completamente inútiles. Cuanto más complacientes se vuelven hacia la plutocracia y sus absurdas exigencias, más expuestos quedan ante la opinión pública. Cuanto más pague el pueblo por la avaricia criminal de una pequeña elite intocable, más obvia se revelará su incapacidad para liderar el cambio que se les exige. Cuanta más fuerzas usen contra personas pacíficas y desarmadas, más deslegitiman su propia autoridad.

Por cada desinformación corporativa que ustedes o sus socios capitalistas emiten o publican, crecen cientos de canales ciudadanos para asegurar que la verdad sea escuchada. El pueblo ha evolucionado. Ahora somos una red distribuida que combina sus conexiones sociales con la tecnología, compartiendo información como una conciencia global. Sus intentos por dividirnos y alienarnos ya no serán efectivos nunca más. Al contrario, comienzan a revelar su estrategia de desgaste a la vista de todos.

Pasada las elecciones del 22M los partidos mayoritarios abandonan su sonrisa forzada y continúan peleando por sentarse a la derecha de la economía, su únido dios. La decadente monarquía parlamentaria española, incapaz si quiera de comprender el anhelo de la multitud despierta, no puede sino intentar desprestigiar un movimiento que no comprende, que no puede combatir, que no puede silenciar ni parar. Sus trasnochadas etiquetas, que tan solo pretenden sembrar una discordia que les favorezca, son un insulto a la inteligencia de sus gobernados.

La lucha del pueblo continúa adelante y el mensaje sigue superando cualquier obstáculo. Por si misma, esta revolución es una muestra patente de la inmadurez de una clase política que vive de sus propias luchas intestinas y que no nos representa ni trabaja por nosotros. A pesar de las insidias publicadas y la agresión a las acampadas de grupos o personas infiltradas, con actitudes que pudiesen perjudicar la imagen de la rebelión ciudadana, nadie ha dejado de moverse. Sorpresa, no necesitamos formar parte de ninguna comisión.

Los cambios exigidos por el pueblo son más que claros: Democracia participativa. Reforma de la ley electoral. Separación de poderes real. Absoluta transparencia política y fiscal. Ferreo control sobre bancos y corporaciones. Aún siendo solo un comienzo, dichos cambios ya son mucho mejores que cualquiera de las reformas con las que el poder económico de-facto somete al país.

Mientras ustedes se afanan por combatir a sus verdaderos soberanos como si fuesen el enemigo, lazos humanos y digitales se estrechan a lo largo de todo el mundo en una sinergia con voluntad de cambio pacífico. La heterogeneidad, espontaneidad, capacidad y preparación popular, supera exponencialmente cualquier recurso material o humano que pudiesen usar contra ella. Ergo, cualquier intento por combatirla, será en vano. Puede que el pueblo permanezca acampado, puede que se marchen y se convierta en una guerrilla pacífica e invisible.

Las acampadas son solo un símbolo. En realidad estamos en todos lados. Persiguen a aquellos de quienes dependen. Educamos a sus hijos, preparamos sus comidas, recogemos sus basuras, conectamos sus llamadas, conducimos sus ambulancias e incluso les protegemos mientras duermen. Así que empezaremos barriendo en casa. Hoy será España, mañana Europa, quizá pasado sea el mundo. Si ustedes no escuchan el clamor de la gente, no se comportan en consecuencia, deberían pensar durante unos segundos: El pueblo es ahora consciente de su poder y se sabe capaz de hacer mucho mejor el trabajo que hasta ahora les encomiendan. Recuerden, el cambio está sucediendo y ocurirrá con o sin ustedes. La gente no debería temer al gobierno, el gobierno debería temer a su gente. Nosotros somos el pueblo, nosotros somos el sistema, somos anónimos, somos legión. No olvidamos, no perdonamos, esperadnos.

martes, 31 de mayo de 2011

Gun Club - Fire of Love (1981)

Uno de los argumentos más frecuentes para refutar algunas de mis opiniones más extravagantes en cuanto a música suele consistir en resaltar la facilidad técnica de obras que yo valoro por otras circunstancias. Como decía en otro post, tiene poco sentido evaluar una pieza musical sin insertarla en un sistema, es decir, sin tener en cuenta todo lo que hubo antes y después de esa creación. Las ramificaciones de los álbumes más importantes perviven en las publicaciones actuales de una forma u otra, y no tengo la menor duda de que ahora, igual que ha sido siempre, un buen disco ha de abrir un camino (desde otro).

Tomemos el punk, por favor. Se suele acordar que 1976 es el año de la explosión del punk. Es obvio que quien entre a estudiar un fenómeno musical o social de estas características con una mínima profundidad, cae en la cuenta de que es imposible datar su inicio con tal precisión. Pero en 1976 se publica el primer single de Sex Pistols (noviembre) y el primer álbum de The Ramones (abril, si bien la escena de la new wave en N.Y. venía gestándose desde varios años atrás). Seamos sencillos: Anarchy in the UK y Blitzkrieg Bop. Un año de clases basta para tocarlas.

Por tanto, ¿qué valor pueden tener obras así? No es un valor técnico, punto de vista engañoso y extendido al juzgar cualquier manifestación del arte, en absoluto, lo que destacaríamos del punk, al menos el de esta primera ola. El punk consiguió algo mucho más esencial, transformó, como la escultura helenística en su momento, la respuesta emocional del público. La música rock ya no consistía en himnos generacionales a lo The Who (por eso ellos nunca hicieron punk en sentido amplio). Una podía salir asqueado o rabioso de un concierto de Sex Pistols (no digamos de P.I.L. o Joy Division), pero esto no rebaja en nada lo revolucionario del punk.

Una prueba de que la propuesta de este género era más emocional que técnica es su alianza con otros estilos. De hecho, el punk ha sobrevivido de esta forma a lo largo de las décadas. Y el disco que he querido postear hoy es producto de ese matrimonio. Se lo ha definido como punk blues, tribal psychobilly blues... lo que es seguro es que está lleno de demonios. No me gusta dar la brasa hablando de cada canción así que simplemente os lo dejo por Grooveshark para vuestro disfrute.




lunes, 30 de mayo de 2011

Sueños lúcidos

Fue a raíz del cada vez más conocido film Waking Life (primera parte aquí: http://tu.tv/videos/waking-life-sub-espanol-1-10) que descubrí lo que me bastaría para acercarme definitivamente al mundo de los sueños lúcidos, si bien de algún conocido tenía información anteriormente. No sabría cómo definir de forma satisfactoria este arte o herramienta (y tantas otras cosas), así que daré alguna información, tras lo cual me centraré en lo que realmente me importa transmitir: una serie de consejos para quien desee iniciarse.

Entiendo un sueño lúcido como todo aquel sueño en que somos conscientes de que estamos soñando. Evidentemente, esta condición puede cumplirse en infinitas formas posibles, todas ellas únicas para cada persona. Una vez nos volvemos conscientes en el sueño, hay diferentes actitudes. La mayoría de personas que consigáis esto os centraréis en controlar el sueño. Otra opción es simplemente observar esa manifestación del inconsciente que es el mundo onírico, sin intervenir, para aprender algo de ella (o sea, de nosotros mismos). Personalmente, al principio lo que uno quiere es divertirse y jugar, y mis consejos van encaminados a este uso.

Únicamente algunas personas tienen sueños lúcidos naturalmente, sobre todo en la infancia, y conservan este don en su etapa adulta. Si es tu caso no creo que te sirva de mucho este post. Si no lo es, aquí van mis recomendaciones:

1. Reconocer los sueños.

Para reconocer los sueños es recomendable crear rutinas como los test de realidad. Mi test de realidad consistía en lo siguiente: me miraba una mano y contaba los dedos. Os sorprendería la cantidad de veces que lo he hecho y veía 4, 6, 7... o mi meñique bifurcándose en forma de "Y". Otros tests son encender interruptores (no recuerdo ningún sueño en que haya funcionado alguno, ¿tú?), intentar respirar tapándose la nariz, o llevar siempre un papel encima con una frase corte o una palabra: se lee, se aparta la vista, y se vuelve a leer. Esto se hace porque en un sueño, si os habéis fijado, el texto cambia cada vez que se mira (además de ser totalmente ininteligible en muchos casos). Si no encontramos la frase o palabra conocida, estamos en un sueño. Consejo: muchos despertares son en realidad falsos, es decir, soñamos que nos despertamos. Como es un evento de ninguna importancia, nos volvemos a dormir en el sueño, y no lo recordamos. Pero si establecemos una rutina para cada despertar es muy probable que nos sorprendamos en varias ocasiones. Algo como abrir el cajón de la mesita de noche y ver si todo es normal o mirar la hora del reloj (tampoco funcionan muy bien los relojes en el mundo onírico).

2. La memoria onírica.

Memoria y consciencia están profundamente ligadas. Este hombre (http://www.documaniatv.com/ciencia/el-hombre-con-7-segundos-de-memoria-video_9bcb995f7.html) nunca recuerda haber sido consciente antes de serlo, según él, por primera vez. Así que, ¿lo ha sido en alguna ocasión? Muchos de mis conocidos dan por imposible tener sueños lúcidos, porque ni siquiera saben si sueñan o no, puesto que no recuerdan nada. Es un problema de la memoria onírica, que atrofiamos por falta de uso, pero que podemos ejercitar fácilmente. Lo más apropiado es llevar un diario con tus sueños. Adquirir el hábito, nada más despertar, de quedarse en la cama, concentrarse, e intentar recordar lo que hemos soñado. Normalmente es más fácil en sentido inverso (desde el final al principio), pero hacedlo como más cómodo os sea. Empezarán a surgir detalles que, de no haber afianzado esa "ruta neuronal", se habrían perdido. Y cuando recordéis el contenido suficiente del sueño, simplemente incorporaos y anotadlo. Si sois constantes, notaréis cómo cada vez sois más precisos en las descripciones, llenáis más líneas, y dejáis menos lagunas.

3. El primer sueño lúcido.

No tengo claro, pues es algo bastante personal, cuánto tiempo se requiere para tener el primer sueño lúcido, después de conocer sus técnicas básicas. Yo tuve la suerte de lograr uno apenas dos días después de ver la película que nombro al principio del post. De repente, me embriagué en un sueño, y caí al suelo, desmayado. Acto seguido estaba en mi cama, tumbado boca arriba, tal y como me había acostado. Empecé a levitar y a acercarme al techo, a la manera de algunas escenas de Waking Life. No llegué a atravesarlo, lo cual, según pude conocer luego, habría sido impresionante, pero ese corto período de lucidez, en el que puse todas mis fuerzas en alzarme cuanto fuera posible, me convenció totalmente para practicar todo lo relacionado con los sueños lúcidos.

Lo primero es ser paciente, e interesarse. Leí de un experimentado onironauta que los sueños se interesaban por ti si tú hacías lo propio. Investigad, comentadlo, que esté presente en vuestra vida en vigilia. No dejéis de lado los tests de realidad o vuestro diario. ¿Qué más se puede hacer? Algo que me funciona a mí es, antes de dormir, ya en la cama, repasar el día en orden inverso. Aparentemente, libera al cerebro (no sé en qué grado) de esa tarea, pues una de las funciones que se atribuye a los sueños es la de procesar información recibida durante el día.

Cuando tengáis el primer sueño lúcido, seguramente os frustrará que dure tan poco. Uno suele sorprenderse tanto de hallarse consciente en lo que era un reducto tan misterioso y poco accesible de nosotros mismos, que se despierta en unos segundos.

4. Adquiriendo consciencia

Para aumentar no sólo la duración sino también la intensidad de los sueños lúcidos, hay unos cuantos consejos sueltos que voy a dejar, pero hay que tener en cuenta que, una vez llegados a este nivel, estamos algo más solos en nuestro desarrollo de la lucidez en los sueños. Aquí será más importante practicar, experimentar, y encontrar qué es válido para nosotros mismos sin importar los precedentes en la experiencia de otras personas. Al fin y al cabo, el mundo onírico es extremadamente íntimo y en él reside lo más profundo del yo, revelador, temible en ocasiones, pero lo que, con seguridad, somos y, desafortunadamente, solemos esconder, sabiéndolo o no, en nuestra vida en vigilia.

-Cuando empieces a perder la consciencia, y todo empiece a palidecer, hay algo que me suele funcionar. Se puede llevar a cabo de dos formas. Se trata de centrar la vista con mucha intensidad en los detalles de algo cercano, como las hojas de un árbol o los pliegues de la ropa de alguien; la otra variante consiste en dar vueltas alrededor de uno mismo. Con ambas conseguiremos algo de tiempo extra.

-Los tests de realidad pueden dejar de funcionar. Es una pena que seamos tan poco interesados y perdamos la capacidad de sorprendernos tan rápidamente, pero así ocurre; por ejemplo, puede ocurrir que miremos nuestra mano y sea totalmente deforme, sin que caigamos en la cuenta de que estamos soñando (no suele ocurrir al principio). Tengo la teoría de que no es la mano deforme, o el interruptor que no funciona, lo que nos indica que soñamos, sino lo conscientes que seamos de ello y para ello. El mejor test de realidad es ser consciente la mayor parte del tiempo, tanto de día como de noche, perder la noción de uno mismo cuanto menos mejor. Observarse a uno mismo mientras hace todo tipo de cosas, incluso pensando o sintiendo, es un buen ejercicio, y gratificante. Podremos ponerlo en práctica en los sueños y no necesitaremos tests de realidad.

-Cuando estés en un sueño lúcido, prueba a acostarte en una cama o similar y a intentar dormirte. Puede que cambies de sueño y pierdas la lucidez, pero también existe la posibilidad de que la aumentes de una forma muy especial.

-No te entregues demasiado a tus emociones. Normalmente, perderás la lucidez o despertarás directamente. Es un problema cuando lo que quieres es, por ejemplo, tener sexo, pero una actitud más distante es un buen ejercicio en cuanto a lucidez, y puede serlo también de cara a la vida en vigilia.

John Fahey: Requia and other compositions for solo guitar (1968 - grabado en 1967)

Lo cierto es que el último grado de mi melomanía me ha dado consuelos inolvidables, pero en ocasiones me paro a pensarlo y llego a la conclusión de que conocer a alguien como yo sería totalmente desagradable. Empecé con las listas. Que si mejores discos de la historia, de la década, mejores guitarristas, 1001 discos que escuchar antes de diñarla... Normalmente basura, pero quizás descubras un disco entre todos que sea bueno de verdad, y no solo eso, sino que te abra las puertas hacia un género nuevo, toda una generación, época, o forma de ver la música. Para ello, yo me sacrifico escuchando los discos año por año, desde 1955 (aproximadamente), todos a la vez. Me lleno el mp3 con todo lo que encuentre, y hasta que no sea capaz de reconocer, digamos, el 90% del material (canción, disco, artista), no cambio de año. Hago esto en varios módulos, para que sea menos probable aburrirme. Por ejemplo, rock, jazz, avantgarde. ¿Que cuando no hay amor a primera escucha es un coñazo forzar el oído? Totalmente. Aunque al final te suele gustar más o menos todo lo que merezca la pena porque, obviamente, no incluyo toda clase de publicaciones, solo las que son suficientemente famosas para hacer las delicias de algún experto, sin ser conocidas para el público medio. Todo esto viene a que cuando, fruto de estos trabajos forzosos, descubra un disco que me la yerga, lo publicaré adjuntando un comentario nada técnico y todo libre, amén de algún vídeo o enlace para escuchar las canciones (incluso de descarga, si se tercia).

La primera noticia que tuve sobre un ser humano más o menos próximo que conociera a John Fahey llegó en forma de correo electrónico, un artículo en la web de un periódico bastante famoso en Españistán, donde se homenajeaba a este genio. Cuál fue mi sorpresa al advertir que, adjunto al texto, mi remitente había incrustado un vídeo musicado por Fahey, con una versión de... Layla. Ni de coña va a aparecer en este post, pero es significativo este episodio, porque pone de relieve que el trabajo de Fahey, al menos el más importante, y como todo material de nivel excelente, no es para todos los paladares, y no porque queden ciertos gustos excluidos de por vida, sino porque no es usual que un oído, sin algo de entrenamiento y sentido a la hora de juzgar música (poca gente que conozco tiene ambos), acepte sin reparos una primera escucha de lo que se nos ofrece en Requia and other compositions por solo guitar, y concretamente en las cuatro piezas que forman el gran núcleo del álbum, el Requiem for Molly. Es interesante jugar con los títulos: notar en uno mismo cómo cambia el paisaje psíquico que nos transmite la obra con el simple hecho de aceptar como más o menos válido su título. Hablaba de esto, hace un tiempo, con algunos estudiantes de historia del arte, uno de los cuales minimizaba la importancia del título en este sentido, basándose en ejemplos como los bebopers, que sin duda alguna, se cagaban en dar a sus grabaciones titulares con sentido (aparente). En mi opinión, la dejadez a la hora de bautizar esas obras es tan significativa como el más explícito de los títulos: dice mucho del espíritu del bebop, del ambiente, motivaciones y atmósfera general de aquella generación que en este sentido quisieran jugar como jugaban con sus instrumentos.

Así que es toda una experiencia tumbarse en la cama como quien se sienta en el banco de una iglesia, para prestar oídos a una misa de difuntos. Dejo en un link de Grooveshark con una playlist de las cuatro partes; desde ahí es sencillo encontrar el disco entero. Y si no a googlear, que ya somos mayores todos.

John Fahey - Requiem for Molly (las cuatro partes):



Algo sobre historia del rock

Mantener un blog actualizado, publicando al menos una entrada por semana, ha sido imposible para mí. Espero terminar con la racha y rescato una entrada de mi último intento, porque pocos espermatozoides son valientes pero los que lo son merecen este trato. Esperad contenido de esta guisa, o totalmente desubicado. La parte de la justificación me la salto, no me apetece.

Decía así :
Que la historia del rock es la historia (común, sin duda, a todo el arte, y hasta al propio ser humano) de la imitación ha de ser reconocido por cualquiera que se asome a esta música con una actitud mínimamente crítica y con aspiraciones de objetividad. En efecto, la condena que sufre el hombre en cuanto a su vivir diario, pragmático, limita su imaginación, abocándolo a un ensayo constante que en raras ocasiones nos deleita con elusiones significativas. Intentaré explicar por qué, a mi juicio, son estos saltos temerarios los que verdaderamente merecen la aprobación y el reconocimiento de los últimos responsables: el público.

Si el cine es (no recuerdo a quién ni cómo cito) "la mayor ecuación no resuelta entre industria y arte", la música rock no se queda atrás. Varias etapas lo atestiguan: desde la plaga de adolescentes trajeados que inundó los últimos 50's, velando las connotaciones sexuales y que amansó los aullidos del primer rock&roll, hasta las "boyband" de los 90's, el corpus de singles y álbumes es un 95% de corteza, de producto y marketing, ocultando un duro núcleo que pasa desapercibido al gran público, pero que es el verdaderamente meritorio. Creo firmemente que la originalidad, lo que se crea, convierte a un grupo o artista en solitario en bueno, malo, genial, o mediocre. La técnica, de por sí, es inexpresiva: si escucho a un guitarrista que, versionando un solo, lo acelera hasta el límite de las posibilidades humanas, lo admiro por su dedicación y aptitudes, pero no lo considero un artista: otro vendrá y, con más trabajo, lo dejará obsoleto. Sin embargo, la creación personalísima que puede suponer ese solo original tiene el valor de poseer una configuración nueva, única, a pesar de depender de una tradición.

Para calificar a un artista de "bueno" o "malo", me baso en una serie de puntos que creo conveniente presentar de esta forma:

1. Nada es bueno o malo per se, sino que ha de incluirse en un sistema para que cobre sentido por oposición. Y el sistema que analizo se llama "historia del rock" (que se inserta a su vez en "historia de la música popular", y éste en "historia de la cultura y la civilización", etc.), el cual ha sufrido una evolución y un desarrollo propios, que conduce irremediablemente a su estado actual, y donde cada una de sus piezas ha tenido mayor o menor importancia. Así que calculo el valor de un músico comprobando el nivel de mutilación que sufriría ese sistema, la "historia del rock", de retirar esa pieza: si la construcción se mantiene imperturbable, ese músico es relleno. Si se desmorona, es un genio. Se me podrá replicar que la "historia del rock" es un sistema que se modifica con cada nueva publicación, y ello es cierto: en medida proporcional se habrá de modificar nuestra consideración hacia determinados intérpretes, que con sus osadas creaciones se arriesgaron a ver su obra convertida en eslabón perdido o, por el contrario, piedra angular.

2. Lo bueno o malo no es lo que nos gusta o disgusta, y sobre este punto espero no tener que incidir. Es frustrante comprobar la cantidad de público que dice "Norah Jones es buenísima" cuando quiere decir "me gusta mucho", hasta el punto de confundir criterio y gusto. El gusto personal está cimentado en una serie de experiencias, en un largo moldearse del oído musical que comienza, quizás, tan pronto percibimos el primer sonido. Si nuestras experiencias musicales forman un conjunto A, nuestra respuesta emocional hacia una determinada obra será Z (esto sin tener en cuenta otros factores que sin duda influyen a la hora de percibir esa obra, subrayemos, emocional o sentimentalmente); cualquier modificación en A altera Z. Mi aproximación a la obra es intelectual, fría: es una disección, una operación quirúrgica en la que todo asomo de emoción queda en la sala de espera. Esto no quiere decir que no "sienta" cuando escucho determinado material, sino que me centro en los datos objetivos a la hora de establecer veredictos. Es, sin embargo, satisfactorio como pocas cosas comprobar que, a medida que la cultura musical se amplia, el gusto viene a coincidir con el criterio, en una identificación que nunca se da por completo porque, por suerte, la música nunca deja de sonar.


Y aún así, raras veces me centraré en resaltar la calidad de un músico. El objetivo principal del blog es el siguiente: establecer una cadena de plagios, herencias, préstamos, poner de relieve esas relaciones que configuran el sistema de la historia del rock. El método será simple: publicaré entradas para cada artista o grupo, incluyendo progresivamente en ellas anotaciones de concreta naturaleza referidas al conjunto de sus publicaciones (singles, álbumes, EP's...). Esas anotaciones consistirán principalmente en enlaces a otras obras en las que considero se basa, más o menos, el artista en cuestión. Ese plagio, herencia, influencia, préstamo... puede ser tanto melódico como rítmico, conceptual, de "sonido", estructuración, desarrollo...

Mi motivación principal es la siguiente: llevo varios años estudiando historias del rock de diversos autores, y siempre he tenido la impresión de que eran difícilmente asumibles por la mayoría del público, por la sencilla razón de que todos, en mayor o menor medida, mimamos con recelo nuestros gustos y preferencias, de forma que podemos y solemos rechazar de plano una afirmación acerca de determinado artista por el que sentimos admiración o repulsión, si no se corresponde con nuestra experiencia musical. Así, es posible que por culpa de esa "lealtad" que guardamos, estemos perdiendo la oportunidad de aprender de una crítica que, en mi experiencia personal, ha resultado ser acertada. Y no sólo rechazamos esa opinión alternativa sobre ese músico que es nuestra debilidad: en ocasiones nos cerramos a todo el trabajo del crítico en cuestión, por diferir con nuestra visión en un aspecto tan esencial para nosotros que se convierte en diferencia insalvable.

Con mi método, en cambio, espero ser menos "agresivo" para el lector: espero que se sienta más dispuesto a enriquecer ese conjunto que antes llamábamos A, y que esa alteración se transmita a la emoción Z que le produce la canción, disco o artista que ha buscado en el blog. Esto pretende evitar, a su vez, una tendencia que se da entre autodidactas, que consiste en formarse opiniones sobre la calidad de tal o cual intérprete basándose en la autoridad y argumentos de críticos de renombre sin haber escuchado realmente lo que ha de ser el verdadero foco de estudio: la propia música. Recomiendo, así y todo, utilizar este blog como un recurso accesorio a esas historias del rock, ya que ayuda a comprender ésta como ese continuo copy & paste que es, y a valorar esas pequeñas anomalías que, rara vez, se dan esa cadena de producción, y que sin duda constituyen las cotas más altas de la música rock.

P.S.: En España, según he comprobado, se denomina "rock" a un conjunto de géneros o subgéneros que limitan la perspectiva histórica de quien se anima a estudiarlo. En este blog utilizaremos el término rock, en sentido amplio, para referirnos a todo trabajo que podamos enlazar con el primer rock 'n' roll, por lo que incluirá además, por ejemplo, rap o música electrónica. Aun así, rock no deja de ser lo que la gente llame rock en un determinado momento.